Ser una buena persona no significa ser complaciente y mucho menos permitir que otros te pisoteen. Esto se trata más bien de encontrar el equilibrio entre la bondad y la autenticidad, permitiéndote sentir y expresar una gama completa de emociones de manera saludable y constructiva.La vida se vive mejor cuando se aprende a detectar adecuadamente los límites y se vive dentro de ellos.

Las emociones son como huracanes en el océano de nuestra mente: pueden surgir de repente y arrastrarnos con su fuerza avasalladora, aunque también pueden ser una brisa suave que acaricie nuestra alma. Todo depende de la forma en que aprendamos a manejarlas.

Cuando nos aferramos a los errores del pasado, permitimos que la culpabilidad nos consuma desde adentro, afectando no solo nuestra salud mental, sino también nuestro bienestar físico.

En nuestro recorrido por la vida, a menudo nos encontramos con situaciones que desafían nuestra comprensión de lo que es real y lo que no lo es.